“Cirugía de máxima agresión”

A raíz del último Congreso Nacional de Cirugía, se ha vertido a la opinión pública y fluye ya por todos los espacios digitales un nuevo concepto que se viene a llamar “Cirugía de Máxima Agresión”. Con él se pretenden definir a aquellos actos quirúrgicos que buscan llevar al límite técnico a pacientes, especialmente oncológicos, con el fin de poder resecar o extirpar las lesiones tumorales que padecen.

El término, además de buscar el impacto semántico, me parece tremendamente desafortunado. No deja de ser una copia traducida en espejo inverso de cómo se ha venido definiendo clásicamente a la cirugía laparoscópica (Cirugía Mínimamente Invasiva); por tanto, lo ponemos todo al revés y lo mínimo pasa a ser máximo y lo invasivo, agresivo. Intenta crear un espacio nuevo para un conjunto de intervenciones que ya se vienen desarrollando desde hace tiempo y cuyo límite en la actualidad no se establece más que por la capacidad técnica de los cirujanos y la calidad de los cuidados intra- y postoperatorios que los pacientes puedan recibir.

Todos sabemos que el gran desafío para los cirujanos está en el tratamiento de los pacientes oncológicos, puesto que extirpar por completo y con calidad oncológica un cáncer (lo que se llama una resección R0) es el mejor marcador pronóstico de supervivencia que estos pacientes pueden tener. La cirugía oncológica, en tanto en cuanto supone eliminar del organismo tumores a veces voluminosos incluidos dentro de uno o varios órganos, es en sí agresiva; sin embargo, debe llevarse a cabo por equipos quirúrgicos muy bien entrenados y que asuman unos estándares de calidad en lo que a resultados de morbilidad y mortalidad postoperatoria inmediata se refiere que están claramente establecidos. Estos estándares están prefijados para hepatectomías, pancreatectomías, tumores retroperitoneales, cirugías oncológicas peritoneales, exentraciones pélvicas, esofaguectomías…, y los cirujanos tenemos la obligación de seleccionar a los pacientes que se van a beneficiar de un procedimiento radical R0 ateniéndonos a dichos estándares.

Todas estas ideas se pueden expresar perfectamente bajo el concepto de “Cirugía Oncológica de Calidad” si tener que buscar eufemismos espectaculares para dar pábulo a, supuestamente, nuevos procedimientos como el ALPPS (“Associating liver partition and portal vein ligation for staged hepatectomy” ó “Bipartición Hepática asociada a ligadura portal para hepatectomía en 2 etapas”) que además de tener un soporte un muy bajo de evidencia en la literatura médica (Schadde, Ann Surg Oncol 2014; Dec 2, Epub ahead of print) no han introducido ninguna novedad ni complejidad técnica. Hacer conocer a la población la evolución de la cirugía y la calidad y complejidad de los procedimientos que ofrecemos no puede hacerse desde el impacto de palabras que asustan, sino desde una mejor transmisión de la información en el espacio de la consulta y el pie de cama al paciente oncológico y su familia.

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