Enhorabuena, Johan
La vida es un camino lleno de segundas oportunidades. Nadie lo sabe mejor aquellos que la han visto peligrar en algún momento. Los padecimientos graves replantean los escenarios vitales para los pacientes y dimensionan el orden absoluto y relativo de sus prioridades.
Hace un par de años, y en una tarde de domingo como la de hoy, tuve que intervenir de urgencia a Johan, un paciente con el que empaticé desde el principio y con el que he tenido una relación que con el paso del tiempo ha terminado transcendiendo la pura relación médico-paciente para pasar a ser de amistad.
Johan es un bombero joven, fuerte y vocacional, como no se puede ser de otra manera en una profesión que es puramente de servicio a los demás y en los que cada día de trabajo se juega la vida. Tras su intervención, de la que se recuperó con una entereza envidiable y sin complicaciones, vino la primera etapa de su recuperación: recuperar el peso y la fuerza perdida para poder acometer de nuevo su trabajo y seguir su vocación con responsabilidad. No era su trabajo uno que permitiera medias tintas pues el compromiso con sus compañeros adquiere un valor tan elevado como el que tiene con la propia sociedad. Tras las dudas iniciales lo vi reponerse poco y poco y ganar confianza hasta darse ya cuenta de podía volver. El 10 de Enero de 2017 recibí un mensaje de teléfono en el que me comunicaba que volvía de nuevo, tras muchos meses, al tajo, y que me dedicaba su primera guardia de retorno. No hay otro motivo por el que un médico trabaje distinto al de devolver la salud a un paciente, igual que no hay un reconocimiento que pueda tener más valor en nuestra profesión que el que viene del respeto y agradecimiento de un paciente; es la cima, el punto culminante de nuestro trabajo y el que justifica nuestra bata blanca.
Johan había sido antes de la cirugía, como tantos compañeros de nuestro admirado cuerpo de bomberos a los que he tenido el gusto de conocer, un enamorado del deporte y de las actividades deportivas relacionadas con el atletismo. Un competidor en pruebas físicas exigentes. Ese era el segundo paso que tenía que dar: dotarse de confianza y del entrenamiento necesario para volver a ser el que era, siempre con su incisión abdominal presente, dándose cuenta que eso no podía ni debía suponer ningún hándicap. Siempre pongo el ejemplo de Raúl Albiol, el fantástico central internacional español del Napoli, que volvió a los terrenos de juego pocos meses después de haber tenido un accidente que implicó la necesidad de una cirugía de extrema urgencia para extirparle el bazo, a través además de una incisión por la línea media abdominal; nadie nunca notó una merma en su rendimiento y aún lidera la defensa del equipo de San Paolo como un titán.
Johan se entrenó con constancia y, tras preguntarme varias veces si le daba permiso para “entrenar a tope y hacer abdominales”, me comunicó de nuevo por mensaje el 11 de Noviembre de 2017 que había completado el maratón alpino de Jarapalos con más de 40 Km y un montón de horas. Era el punto final de su etapa de recuperación, la vuelta a una competición física de nivel y el espaldarazo de vuelta a la normalidad. Y un motivo de alegría para mí. Y un ejemplo de fuerza de voluntad, una muestra más del “impossible is nothing” que vivimos día a día.
Hoy he coincidido con Johan en la media maratón de Alora, la más dura que he corrido, y nos hemos saludado con un abrazo fuerte antes de salir y otro fuerte en la línea de meta. Hemos sufrido pero hemos vencido, pues la llegada a meta en una prueba de resistencia siempre es un triunfo. Aunque lo he visto descontento con el resultado (excelente para cualquier mortal, por cierto), estoy seguro que volverá a ser el de antes, incluso mejor, porque tiene lo más importante que hace falta en la vida: orgullo, capacidad de sacrificio y afán de superación. Todo un ejemplo para aprender.