La fortuna de Vivir
Recién llegado de Chicago he recordado el último avión que tomé para volver de Rusia en verano.
Un tiempo que no queda demasiado atrás y que inmersos en la vorágine de la rutina y el trabajo, parece que está lejos y olvidado. Y eso no lo podemos permitir. Si bien es cierto que en las vacaciones uno tiene largo tiempo para detenerse y reflexionar, de tomar aire y oxigenarse; y sobre todo, un tiempo para disfrutar de la familia, mi familia. Esto es algo que debemos hacer siempre.

Estos días he conseguido mirar en la distancia de por medio lo increíblemente afortunado que soy. No solo por haber nacido, crecido y desarrollado mi vida en una capital de primer orden como lo es Málaga; sino también por contar con el cariño, el apoyo y el reconocimiento de muchos malagueños. El 15 de agosto, festivo nacional, fue para mí y mi familia una auténtica fiesta. Me reconocían como Malagueño Popular 2019 y Malagueño del Año las casetas La Tajá y El Portón, respectivamente. Dos lugares que guardan y atesoran la tradición de nuestra Feria de Málaga.
Dos meses después sigo abrumado por tantas muestras de cariño, por tanto afecto. Lo recibo con humildad, y con la firme promesa de seguir haciendo las cosas como hasta ahora: poniendo la excelencia al servicio de los demás, sin importar dónde, sin importar cómo, sin importar cuando.
Mi familia lo entiende, lo valora y yo solo puedo darles las gracias por hacer de mí quien soy y mostrar siempre la más absoluta generosidad conmigo y mis pacientes.