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No conocí la tradición médica en mi entorno, pero ahora orgulloso puedo decir que pertenezco a una familia de médicos. Comparto con mi mujer, Marta, que es endocrinóloga y con mis hermanos, Santi y Óscar, ambos médicos de familia, la suerte de poder ejercer la profesión más bonita del mundo: aquella que te permite dar servicio y ayuda a los que han perdido el valor más preciado y quizás uno de los menos ponderados que hay mientras se tiene, la Salud.

Desde muy pequeño tuve muy clara mi vocación por la Medicina y, pese al desconocimiento implícito a la juventud, al campo de la Cirugía. Mis estudios de primaria y secundaria, siendo estudiante de BUP y de COU en el Instituto Santa Rosa de Lima, ya estaban dirigidos a querer ser médico. Guardo especial cariño de aquel tiempo de instituto, quizás porque casualmente he visto convertirse a compañeros de pupitre y codos en excelentes especialistas médicos a cuyo lado de algunos he tenido y tengo la suerte de seguir trabajando.

Los seis años de la Facultad de Medicina pasaron rápido; cuando te enteras de que va la cosa, has pasado el ecuador y ya el objetivo de todos es terminar y buscar la salida del MIR para ser especialista. Yo lo tenía muy claro, quizás por ello mis mejores recuerdos docentes están ligados a la Cátedra de Patología Quirúrgica de los profesores Agustín de la Fuente Perucho, José Antonio Bondía Navarro y Pilar Sánchez Gallegos, los dos últimos aún activos para suerte de todos los estudiantes de Medicina de Málaga.

Aprobar el MIR y poder hacer la especialidad que quieres y deseas es un premio doble; pero hacerla en tu ciudad, en el Hospital que tienes al lado de casa y con tus profesores de la Facultad como compañeros de trabajo y tutores es ya el premio gordo. Y yo he tenido esa suerte. Me formé como residente en el Hospital Regional de Málaga “Carlos Haya” durante 5 años (1995-1999) y pude crecer profesionalmente gracias a la generosidad y la enseñanza de los que siempre voy a considerar mis maestros; ellos, durante ese tiempo (otros tiempos, sin duda) se esforzaron por cederme sus conocimientos y experiencias atesorados durante muchos años de esfuerzo, trabajo, dedicación y, por supuesto, muchos menos y peores medios. El Profesor Agustín de la Fuente, mi Jefe y Catedrático; el Profesor José A. Bondía, mi “padre” dentro de la cirugía y mi principal mentor; los Dres. Vicente Delgado, Luís Martínez Meseguer, José María Lage, Antonio Maté, Miguel A. Suárez y Blas López Rueda, que me enseñaron a desarrollar la técnica quirúrgica y la importancia de la dedicación en cuerpo y alma al paciente. Allí coincidí también, en período formativo, con algunos de los cirujanos que hoy me acompañan en nuestro común proyecto de Instituto Quirúrgico de Andalucía (IQA) en Hospital Quirón Málaga, mis amigos y compañeros José A. Pérez Daga, Javier Moreno y Antonio González. Entre todos me enseñaron la importancia y el valor de poder transmitir a los demás lo que sabes, lo que tienes, a no guardarte nada. Es algo que me ha marcado.

Cumplo este año, 2014, ya 15 años de médico especialista. Volver la vista atrás y ver lo que he conseguido en mi carrera me llena de orgullo y me hace ver la necesidad de compartir mi conocimiento y mis experiencias profesionales con mis compañer@s y todos aquellos profesionales de otras ramas y pacientes que así lo deseen. Aquí encontraréis ideas, proyectos, vivencias compartidas y mucha medicina basada en la evidencia.

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